jueves, 4 de mayo de 2006

Despedida


Se acaba la tarde.
Se acaban todas las tardes
del mundo.
El tiempo pasa pesadamente,
pausado,
con desgana.
Pasan las tardes.
Pasan todas las tardes
del mundo.
Viene el otoño.
Viene dulcemente,
el otoño.
Y trae un triste adiós
volando en el viento
con todas sus hojas doradas.
Voy a decirte adiós.
Voy a decir adiós
a todas nuestras tardes.
Voy a dedicarte una llorosa
despedida.
Se irán estos mágicos años
que he vivido en tus ojos.
Se irá este sueño dulcemente soñado
con el otoño y tú, tan lejos...

5 comentarios:

Insanity dijo...

Las despedidas son casi insoportables. Las ameniza el recuerdo, el buen recuerdo.
A pesar de la tristeza de ests versos, no dejo de leerlos una y otra vez.
Mis saludos para ti.

maria josé dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Gata Chata dijo...

A veces, por triste y doloroso que sea, se hace necesaria la despedida. Es el momento entonces de compararse con los árboles en otoño, que se deshacen de sus hojas (¿o son sus hojas las que se deshacen de él?) esperando en la próxima primavera estrenar colores nuevos.

Somos de hoja caduca, para bien y para mal.

Un abrazo. Bonito poema.

maria josé dijo...

Tienes razón, gatachata...
Y gracias. Un beso.

maria josé dijo...

Insanity, gracias. Sí, son versos tristes, pero lo que evocan es una historia preciosa que permanecerá para siempre en la memoria.
Un beso!