domingo, 17 de diciembre de 2006

miércoles, 13 de diciembre de 2006

Bosque


Vuelve, Mamiloca! Vuelve ya! ¿Dónde te has metido?

Calla, no grites, estoy en el bosque...

Pero el bosque es muy espeso y no puedo verte!

No importa, no importa, auque no me veas estoy aquí, bajo las ramas del sauce llorón, cerca de la orilla del rio. He encontrado la casa de un gnomo. Es pequeño y juguetón. Si hago mucho ruido se asustará y no podré seguir viendo cómo deshoja las margaritas...

Mamiloca, no sabes que los niños volverán pronto?

De verdad me lo dices? No me mientas, ya sabes qué ganas tengo de verlos. Qué hace una mamiloca sin sus niños? Pero no me hagas caso. Claro que lo sé que volverán. Que pronto estarán conmigo, podré seguir ejerciendo de mamiloca como antes, durante un tiempo, qué divertido!

Y es que Mamiloca se encuentra como en un pocito chico sin sus niños. Sin sitio.

La contemplación de los gnomos es una actividad interesante. Pero ella quiere un poco de acción.

El bosque es grande. Y las nubes encima de él, blancas como algodón.
Hay mariposas revoloteando entre las flores amarillas.
Y miel en las celdas exagonales.

Mamiloca lo ha visto.

lunes, 4 de diciembre de 2006

LUZ


Un poco de luz quisiera. Que ilumine el camino y me traiga a casa los colores que habitan tus ojos.
Un poco de luz que no ciegue, que consuele, que traiga consigo la más bella imagen del mundo.
Por ver, quisiera Mamiloca, que aún quedan colores hermosos, que aún brilla una esperanza cierta.
Que llegarán aún amaneceres jubilosos.

Ese sol que a veces velamos con humaredas sucias y tristes.




miércoles, 22 de noviembre de 2006

DONDE






Anda Mamiloca un poco perdida estos días. Es cosa del cambio de estación. Es cosa de trenes.
Pero esos días pasarán. Ella lo sabe, y sabe que esto también tiene que vivirlo. Tal vez de esto aprenda algo. Tal vez salga algo bueno de todo esto...


Imagen de Ana Aceves






viernes, 10 de noviembre de 2006

despues de ciertas tormentas


Ha visto Mamiloca salir el sol esta mañana. Se levantó tarde, hoy es fiesta en la ciudad y se estaba bien arropadita entre las sábanas. Lo primero que hizo fue ducharse, para empezar bien el día. Se dió cuenta que había regresado el aire de respirar a sus doloridos pulmones, que ya empezaban a estar hartos de tanto racionamiento, al fin y al cabo no estamos en guerra...
Con calma Mamiloca se fue dando cuenta de que el día avanzaba y salió a la calle, por ver qué tal se portaban con la nueva luz los jilgueros y demás pajarillos que pueblan los aleros de los tejados.
No es capaz Mamiloca de escribir con lo de dentro estos días. Han sido días difíciles, y aunque ahora está mejor prefiere dejar pasar las horas sin darles aún ni un pequeño mordisco. Está esperando a afianzarse.
Y mañana tiene que atravesar una frontera.
Y lo hará.
No lo va a pensar mucho no vaya a ser que se amilane en el último momento.
Lo hará nada más llegar.
Y de ese salto dependen muchas cosas de aquí en adelante.


Es una encrucijada.

sábado, 4 de noviembre de 2006

LÁGRIMAS



Son saladas. Salen al aire por ese conducto pequeñajo que tenemos en los ojos. Te van deshaciendo el nudo que antes por alguna extraña razón se te ha hecho en el centro del estómago, supone Mamiloca que ese nudo se ha ido haciendo poco a poco, con pedazos de cosas... Una ausencia por aquí, una mala palabra por allá, una sonrisa que no ha acudido a la cita, demasiado cansancio para un día, cosas así, que se van embrollando embrollando y se forma una bola que no veas, que va haciendo daño y cuando ya casi no cabe no puedes más. Y entonces es cuando llegan las lágrimas.
Debe ser que el líquido salado va diluyendo con paciencia el balón áspero que tienes dentro y que te oprime...
Bueno al final llegan las lágrimas y no es malo recrearse en ellas un poquito. Eso sí, con cuidado de no ahogarse.
Y después ya puedes respirar mejor.
Mamiloca se curará.
Si.
Será pronto. A ver si este cielo gris...


martes, 31 de octubre de 2006

DICE MAMILOCA


DESPIERTENME




que alguien me despierte





Que cuando la luz entre por la ventana
entre también por mis ojos dormidos
y me rescate de estas brumas


que no pueden ser todo.









viernes, 27 de octubre de 2006

PAREMOS ESTO...


Yo también he firmado ya, como mucha gente. Entre todos, que somos muchos, podemos conseguirlo.
Entre todos, que somos muchos, deberíamos poder parar muchas cosas. La negrura del mundo.


Aquí podéis firmar vosotros también.

miércoles, 25 de octubre de 2006

Una carta y una voz







Mamiloca se ha puesto loca de contenta esta tarde. La lluvia pinta de gris la calle y una cortina de agua ha llegado incluso a camuflar un momento el contorno de todas las cosas. Todo era así, muy gris y un poco tristón.
Pero entonces ha llegado una carta del pirata. El pirata le ha traido el sol y el azul salvaje del mar lejano, y por un momento le ha parecido estar allí, con él, frente a los acantilados junto a la playa de arena blanca, como del caribe.
Eso ha alegrado bastante la mirada un poco perdida de Mamiloca, que ha seguido con sus cosas con otro espíritu, mucho más relajado, donde va a parar.
Pero no ha sido solo eso. Un poco más tarde ha recibido una llamada de las tierras del Norte. Una voz cálida y tranquila que por inesperada al principio le ha costado reconocer ( parece mentira, qué bochorno...). Pero era una voz que Mamiloca ama con locura, y acto seguido se ha puesto a hacer planes.
Planes para los próximos días. Para las próximas semanas.
A Mamiloca le encantan esos planes!










viernes, 20 de octubre de 2006

JUGUETES




Mamiloca tiene juguetes. Muchos. Aunque no tantos como quisiera. Tiene un lápiz para dibujar tardes de otoño de esas que siempre le han gustado tanto. Los dibujos le salen con viento del sur incluido, un viento suave que le revuelve el pelo y le hace soltar destellos dorados, como esas hojas que danzan asustando a los caracoles. Añora a veces una buena tormenta, de aquellas que disfrutaba hace años asomada a una ventana enorme, la noche y la lluvia torrencial entrando hasta el piso de baldosas blancas, esas noches llenas de relámpagos en que gritaba a la luna escondida. La luna escondida, los truenos retumbando a su alrededor. Quería comerse la noche en esos otoños lejanos y dorados.
Mamiloca sigue aquí. Bien es verdad que a veces se pone quejica y ruidosa y pesada. Llora como una tonta por los rincones y a veces es como un pato caprichoso, y por eso parece que no está. Se enfurruña porque no le salen las cosas como ella quisiera, y da la sensación de que ha desaparecido.
Pero sigue aquí. Aquí dentro dentro. Siempre supo disfrutar de las cosas de la vida. De las cosas sencillas y también de las complicadas. De todas.
Del otoño siempre.
Siempre.

Diríase que a veces
es su estación preferida...

martes, 17 de octubre de 2006

..............................


Ha llegado la lluvia. Casi no se atreve a irrumpir después de tanto tiempo, y viene despacio, sigilosamente, como pidiendo disculpas... No hace mucho ruido, es una pequeña lluvia discreta. Pero es un sonido amable que ayuda a dormir.


El sonido de la lluvia tras la ventana.



Hace un tiempo Mamiloca escribió una carta muy breve, una carta con muy pocas palabras. Decía así:


"Es otoño y llueve. A veces es triste..."

viernes, 6 de octubre de 2006

FRIO



Hace frío en la habitación nueva de Mamiloca.
Muchos equipajes se han ido haciendo y deshaciendo encima de su cama de aire.
Y el frío como un globo se escapa de sus manos y le hiela el corazón.

Ahora, después de muchos viajes, mira despacio las paredes azules del cuarto
y le molesta el silencio que se lo quiere tragar todo.

Y las maletas están vacías en su destino.
La vuelta queda para más adelante, y el invierno es largo.
Mamiloca ...
Quiere colocar una sonrisa en la mesita de noche, la mesita de noche nueva.
Pero no sabe dónde comprarla.
En cuatro esquinas reina una calma densa donde no caben sus manos.


No hay nadie.
Y por delante globos, globos, globos que vuelan lejos muy alto...
Sus pensamientos.

viernes, 29 de septiembre de 2006

NOCHE

Vengo en la noche a poner una lágrima de vino tinto en estas páginas.
En la noche de otoño recién estrenado.
En el otoño como una nuez recién abierta,
como una almendra que apenas ha caído del árbol.
Aromas dorados.
Lejanías.
Ausencias. La primera, la mía.
No sé dónde está mi esencia.
el centro, el centro que me mueve y no veo el lugar donde todo comenzó


la luna


una bola de algodón


mis trozos. Mi vientre. Mis labios.

La noche profunda.
Un beso que se pierde sin encontrar la piel la meta las manos.
Cierra los ojos y verás dentro de tí.
Y allí está el mundo.

jueves, 28 de septiembre de 2006

Un cuento de piratas que se perdió


Mamiloca escribió un cuento de piratas. Era un cuento hermoso y lleno de olas y acantilados y sirenas. De viento del mar. De tormetas y de ausencias.
Mamiloca ha escrito un cuento. Pero el cuento se ha perdido, ha desaparecido para siempre. Mamiloca se ha puesto triste. Porque aunque vuelva a escribirlo, las palabras ya no serán las mismas...
Mientras, el pirata del cuento prosigue sus aventuras ajeno a este desastre. Se ha ido a una isla. A veces, se pasea por campos abiertos repletos de flores. Y navega por la inmensidad azulada del mar. Y Mamiloca espera que sea feliz.
Cuando descanse, intentará escribir el cuento nuevamente.

Mamiloca es un poco despistada.

lunes, 25 de septiembre de 2006

el paisaje cambiante


Mamiloca sigue aquí. Pero ahora su vida cambiará un poquito, y tendrá que ir acostumbrandose, poco a poco, poco a poco... Con cuidado.


domingo, 17 de septiembre de 2006

DE MAÑANA




Están todos durmiendo. Mamiloca lo sabe porque desde hace algún tiempo ya no le contestan cuando les habla. Se quedan quietos, sin mover un dedo, y ella no quiere importunar su sueño. No importa que no sepan que se ha ido... Para mamiloca ha sido una estancia mágica y sorprendente, y está satisfecha, aunque un poco triste.
Así que nada más el primer rayo de sol se ha colado por las rendijas de la ventana ha recogido sus pocos bártulos y ha salido a la brisa fresca de la mañana... Tal vez para no volver.
Ha cerrado la puerta con cuidado, para no despertarles, no sin antes lanzarles un beso en el aire y dedicarles la mejor de sus sonrisas.
Les ha dejado una nota de despedida prendida en la puerta y se ha ido alejando poco a poco, sin mirar atrás.

lunes, 11 de septiembre de 2006

COMO UN PEZ


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Y le dije al Mar:

Ven, mar...

Y el mar venía y me envolvía en su inmensidad y era grande su fuerza y yo me sumergía en él como si le perteneciera.


Ven, Mar. Ven, mar. Ven y hazme olvidar la locura del mundo.

Y le dije al mar:

Ven, Mar...

Y venía a buscarme y me despertaba.

Y yo no quería irme de allí, nunca.

viernes, 25 de agosto de 2006

martes, 22 de agosto de 2006

Ausencias



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Pensando en todas las ausencias. En todos los que no están esta noche aquí. A los que quisiera abrazar y no puede.
Pensando en unas manos que crecieron.
Lejos. Están lejos.
Esos años que tenían consistencia real.
Inalcanzables ahora.
Pensando en todas esas cosas, Mamiloca está esta noche un poco triste...
Y espera solamente poder dormir bien.

miércoles, 16 de agosto de 2006

INCISO



















A Mamiloca le gustan los gatos.
Esta noche lo dirá en voz alta. Con cuidado. Y luego dejará de jugar un poco no sea que al final se convierta en un disco rallado que hay que silenciar, y alejar, que cansa. Mamiloca no quiere que eso ocurra. Le gusta ser discreta. Aunque le gusta jugar, sabe que las cosas son como son y no como ella quiera inventarlas.
Aunque a veces, cuando las inventa, disfruta como una enana...



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viernes, 11 de agosto de 2006

Puestos a imaginar... PASEO DE RECOLETOS, UNA MAÑANA DE AGOSTO.



Mamiloca se dispuso a caminar otra vez por las calles de Madrid. La mañana era cálida y agradable y se adentró en el Retiro por la entrada de Sainz de Baranda. Su deambular era soñador como si caminara entre nubes de algodón. Hizo una primera parada junto al gran estanque donde una pareja recorría despacio las aguas quietas, mirándose a la cara mientras un sol suave les acariciaba la piel.

Había en el estanque un montón de peces de colores y algunos patos. Cuando Mamiloca los estaba mirando, se detuvieron junto a ella una niña china preciosa y su padre adoptivo, provistos de una bolsa llena de pan duro para los peces. Se pusieron a repartir este manjar lanzándolo al agua y entonces vinieron multitud de gorriones que se posaron en el borde de la barandilla, mirando todos hacia arriba por ver si les llegaba alguna miguita. La niña reía feliz y repartía el condumio con ilusión y cada vez que un pez abría la boca ella le saludaba amistosamente.

Mamiloca rápidamente sacó su móvil y empezó a fototrafiar la escena para que nunca se le olvidara, lástima que no pudiera grabar también la voz de aquella niña pequeña y preciosa. Y guardó esa imangen y ese pedacito de mañana en su memoria y siguió su camino. Buscó la senda que le llevara a un sitio concreto que tenía en mente, porque sin saberlo o sin querer saberlo, buscaba un encuentro fortuíto que le arrastraba hacía allí, un lugar que le llamaba insistentemente, por alguna razón.

Tenía Mamiloca a la vez un extraño nudo en el corazón y un poco de miedo, porque ese encuentro casual tal vez la removiera por dentro y le hiciera retroceder hacia su isla de calma para no volver a salir nunca de allí.

Pero siguió caminando, y la ciudad era un sueño, y los minutos pasaban uno detrás de otro sin esperar a que ella los asiera.

A mitad del camino encontró un café donde reponer fuerzas. Un café junto al jardín botánico. Y después de comerse un delicioso bollo de hojaldre, sin pensarlo más se llegó a la feria de libros viejos con olor a alcanfor.

Y quería buscar, pero al mismo tiempo no podía dejar de mirar los puestos repletos de historias. Y quería mirar, pero no era fácil. No era fácil encontrar un amigo sin rostro. Sobre todo cuando había tantas cosas interesantes que mirar:

Los siete secretos. Guillermo y los hippies. Celia se casa.

Cuentos. Tebeos. Novelas. Libros de cocina. Poesía.

Tal vez el señor con gafas miraba junto a ella algún cómic de segunda mano y ella no lo vió, tan enfrascada como estaba mirando otras cosas.

Tal vez si le vió no le reconoció, porque no es fácil reconocer a una persona a la que no se ha visto nunca.

Tal vez no quería verlo, en realidad.

Porque siempre hay la posibilidad de que el encanto, y el misterio, y la magia de las palabras lanzadas al viento y la sonrisa de cada noche imaginando, desaparecieran para siempre.

Y tal vez es mejor así. Quién sabe...

Compró un par de libros para su estantería y siguió caminando, despacio.

Sin prisa.

jueves, 10 de agosto de 2006

NOSTALGIAS




Mamiloca recuerda esta noche...

Por un momento, todos los amores que se fueron.
Los que perduran.
Los que no se olvidarán nunca aunque pasen mil años.
Y como hojas amarillas van siendo arrastrados por un viento cálido de otro mundo.



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martes, 8 de agosto de 2006

CAMUFLAJE

Mamiloca se disfraza esta noche. Es un guiño. Es por un momento ganas de verse otra cara. Jugar.
Probarse un traje nuevo.
Después al amanecer tal vez se acabe el juego y vuelva a ser la misma.
O tal vez se pruebe otro traje...

jueves, 3 de agosto de 2006

cuento de sirenas



De tanta agua que llegó a entrar en casa

Las paredes desaparecieron un día.

Entró por la única ventana que quedaba una luna enorme que inundó de luz mi hogar sin paredes.

Me sentía rara cuando desperté, algo raro me impedía moverme como cada mañana, según mi costumbre de empezar poniendo lentamente un pie en el suelo, esperar un poquito y luego bajar el otro. No hubo manera. Mis dos pies querían hacerlo todo juntos, no podía separarlos. Miré y vi que en lugar de pies tenía una cola de pez enorme que encerraba mis piernas. Y me llevé un buen susto.

¡ Madre de dios, soy una sirena!!

Y alrededor de mí un mundo entero de agua hasta donde llega la vista.

Estoy un poco perdida. Es raro estar siempre en el agua, el agua que me envuelve fresquita y profunda, ese mundo que me acoge como si siempre hubiera sido mi casa.

Me gusta mirar la luna en la noche mientras las olas me acunan.

Y si de vez en cuando hay una tormenta, ya no tengo miedo. Me pongo a bailar con el mar y salto y me sumerjo de pronto y los rayos son fuegos artificiales y los truenos la mejor orquesta del mundo...

Y bueno, ya no me importa mucho no tener pies, visto así!

martes, 25 de julio de 2006

CATARSIS

Mamiloca esta noche ha tenido un sueño triste. Y lo ha sacado al aire por ver si el viento se lo lleva.
Por ver si esta noche lo sueña de otra manera...



Sueño que caminamos por una ciudad lejana. Estamos viajando. Un río caudaloso nos acompaña y cruzamos un puente. Yo voy de la mano de mi compañero de siempre. Pero ha venido otro amigo con nosotros. Él me mira, me rodea, me llama con los ojos, me habla todo el rato como si no hubiera nadie más. Y yo no sé cómo acercarme a él porque mi compañero está conmigo y no quiero hacerle daño. Quiero irme con él, con ese amigo que viaja con nosotros y que no es nada mío, aún. Pero todo es difícil, y él aprovecha cualquier ocasión para acariciarme el pelo sin que los demás se den cuenta, me roza la mano, en un descuido un poco más largo de lo habitual me empuja tras una esquina y me roza los labios... Y yo no miro ya la ciudad, y quiero escapar de allí con él y que nadie entorpezca nuestro deseo incontenible.

Quiero perderme en él. Lo dejaría todo para conseguirlo, no puedo dejar de mirarle y ya no puedo resistir mucho más.

Pero a la vez le niego todo. No puedo darle lo que los dos queremos, aunque me muera por dentro mientras la gente alrededor, en la ciudad, sigue moviéndose ajena a nuestra angustia.

Y de repente él sale corriendo, y yo no quiero que se aleje porque sé que está desesperado, que hará cualquier cosa para que yo le siga. Grito su nombre, corro detrás de él para alcanzarle, pero no avanzo, mis pies no son capaces de trasportarme, y cada vez está más lejos, y le veo acercarse al río, y grito, y grito más, desesperada, y le llamo y le ruego que vuelva, pero ya no me oye. Ha cruzado el puente, y le veo llegar a la otra orilla corriendo, y se queda parado al borde del agua, y me lanza desde lejos una mirada inmensa que encierra todo su deseo, su súplica, su renuncia, y toda la tristeza del mundo. Y entonces comprendo y sé que ya no podré detenerle. Y salta al vacío. Y se hunde en el agua turbia que corre veloz entre las rocas. El río se lo traga. Y desaparece.

Y yo grito una vez más. Le quiero y no puedo alcanzarle. Le quiero y le he perdido.

Para siempre.

jueves, 6 de julio de 2006

TEBEOS






Mamiloca desde su trabajo ha escrito esto MUY DEPRISA: en el trabajo tiene poco tiempo:


Era los viernes, si no recuerdo mal. Y era en Cádiz, tacita de plata. Pasaba allí los veranos, con mi familia, con mis primas, que vivían en la calle Zaragoza, junto a la plaza de San Antonio. Mi tío madrugaba muchísimo porque trabajaba en el puerto, en la lonja. Y los viernes madrugaba aún más, y un poco más tarde se pasaba por casa y nos dejaba un tesoro. Un tesoro misterioso, maravilloso, divertido, mágico. Sobre todo mágico. Eran los tebeos de la semana. !Lo menos cinco estupendos tebeos! que nos repartíamos y devorábamos con avidez y la mañana transcurría entre risas y aventuras y nos sumergía en un mundo aparte y distinto, un mundo de sueños donde todo era posible. Esperábamos esa mañana durante toda la semana, y ahora que lo pienso tal vez había en aquello algún motivo escondido; mis tíos, los pobrecitos, casi nunca tenían tiempo para estar solos, y ese día él aprovechaba, nos entretenía con los tebeos y después se echaba una siestita borreguera con su señora... pero eso a nosotros entonces no nos importaba en absoluto, de hecho ni nos enterábamos. Lo importante era la magnitud de ese regalo.
Aquella casa de Cádiz... tenía un patio central y los tres pisos de que constaba el edificio tenían la misma disposición: había una galería en todo el contorno donde daban las habitaciones, y desde donde se podía charlar con todos los vecinos.
Recuerdo los juegos. Y recuerdo los desayunos, las tostadas de barritas de pan recién hecho acompañadas con mantequilla salada... una mantequilla salada riquísima que no he vuelto a encontrar. Salada como el agua del mar que nos esperaba todos los días, ese Atlántico brioso e insuperable, inmenso, mi amante... Era el mar mi amante por esos tiempos, y yo con mis brazos abiertos quería abarcarlo todo, acariciarlo, y hasta el anochecer aquel era mi hogar y mi esposo. Y aquella fue mi primera historia de amor.
El mar y yo.

miércoles, 21 de junio de 2006

Regalos

Mamiloca a veces en el camino se encuentra tesoros. Los va guardando en un armario dorado que tiene en su habitación. De cuando en cuando abre la puerta con cuidado y los va sacando uno a uno, los mira embobada y piensa en la suerte que ha tenido al tropezarse con ellos de esa manera, así como quien no quiere la cosa.Tiene ya una colección admirable de ellos. Algunos son de hace tiempo, por ejemplo una rosa que una vez le envió un amigo y que por alguna misteriosa razón no se marchita nunca...

Una cajita de música que encontró hace unos años en su buzón, una música que la emociona tanto que casi le da miedo escucharla.
La mitad de un paquete de tabaco de color azul, que un día decidió compartir no sabe por qué.
Dos bolitas juguetonas que llegaron a su vientre un día y de repente decidieron independizarse, y crecen y crecen y han viajado lejos y vuelven y están siempre ocupando casi todo el corazón de mamiloca... En este caso lo que guarda en el armario son dos lágrimas de emoción que cristalizaron en el mismo momento en que vio el fruto por primera vez. Así de misterioso es el mundo.
Puede que la gente no entienda la naturaleza de esos tesoros, pero así es mamiloca, un poco loca siempre.

Caminando iba hace unos días por una senda llena de sombras cuando tropezó con una botella de las que se lanzan al mar a recorrer mundo. Tenía dentro un papel blanco que mamiloca desenrolló, y lo que leyó en él le hizo sonreír y escuchar en su loca cabeza una música hermosa, como un solecito asomando entre nubes.
Y muy contenta caminó deprisa a su casa, abrió el armario de los tesoros y le buscó a la botella un rinconcito protegido. Y este hecho la alegró, porque ya hacía tiempo desde el último hallazgo, y ya iba siendo hora, la verdad...

lunes, 12 de junio de 2006

recuerdo una tarde



Este es un poema de los que Mamiloca escribía cuando era una adolescente. Es lo que tienen los adolescentes, que de vez en cuando les da por escribir poemitas un poquito cursis. Pero a Mamiloca no le importa que sea cursi, porque ella lo escribió hace tiempo y no se arrepiente. Es suyo. Y dice así:

Recuerdo una tarde:
era en otoño,
sentados en un banco
del parque...
Estaba el parque amarillo
¿no recuerdas?
Caían a raudales
las hojas de los árboles...
Y tú me sonreías.
Recuerda:
Yo temblaba,
era una niña.
Y tú tenías entre tus manos
las mías,
y una rosa marchita
que moría.
Tú me besaste entonces,
nos besamos...
Fue una suave caricia,
fue un mundo fantástico,
fue la vida.
Fue felicidad...

Luego el otoño
nos saludó a los dos:
habíamos nacido.