Una cajita de música que encontró hace unos años en su buzón, una música que la emociona tanto que casi le da miedo escucharla.
La mitad de un paquete de tabaco de color azul, que un día decidió compartir no sabe por qué.
Dos bolitas juguetonas que llegaron a su vientre un día y de repente decidieron independizarse, y crecen y crecen y han viajado lejos y vuelven y están siempre ocupando casi todo el corazón de mamiloca... En este caso lo que guarda en el armario son dos lágrimas de emoción que cristalizaron en el mismo momento en que vio el fruto por primera vez. Así de misterioso es el mundo.
Puede que la gente no entienda la naturaleza de esos tesoros, pero así es mamiloca, un poco loca siempre.
Caminando iba hace unos días por una senda llena de sombras cuando tropezó con una botella de las que se lanzan al mar a recorrer mundo. Tenía dentro un papel blanco que mamiloca desenrolló, y lo que leyó en él le hizo sonreír y escuchar en su loca cabeza una música hermosa, como un solecito asomando entre nubes.
Y muy contenta caminó deprisa a su casa, abrió el armario de los tesoros y le buscó a la botella un rinconcito protegido. Y este hecho la alegró, porque ya hacía tiempo desde el último hallazgo, y ya iba siendo hora, la verdad...